FE, RAZÓN Y EXPERIENCIA


           FE, RAZÓN Y EXPERIENCIA






 A primera vista puede pensarse que fe, razón y experiencia no son compatibles y que hace falta optar por solo un elemento de esta trilogía, pero no es así. Necesitamos tener fe en el poder de la razón, fe en que los datos que la experiencia nos suministra son suficientes, de manera que mañana podamos esperar los mismos resultados; muchas veces la experiencia y la razón no son suficientes para situarnos con certeza frente a los retos de la vida, es entonces cuando nos vemos lanzados a dar "saltos de fe". La fe se traduce como creencia en lo que no vemos pero que esperamos, la razón es la capacidad que nos permite apartarnos de la percepción sensorial para “mirar” desde un punto de vista que esté alejado de los sentidos; y la experiencia es aquello en lo que estamos enraizados, porque somos parte integrante del mundo material. Todo el tiempo, a cada instante, estamos teniendo fe en multiplicidad de cosas: tenemos fe en que el pan no nos envenenará, fe en que esta tarde volveremos a casa, fe en nuestras capacidades personales, fe en las demás personas, etc. La fe es fundamental porque no podemos visualizar todas las circunstancias posibles al mismo tiempo. Cuando emprendemos un viaje –por ejemplo– sabemos de dónde partimos y a dónde debemos llegar; pero no alcanzamos a ver de una sola vez todo el camino, este se nos irá iluminando a medida que avancemos. Pero creemos que llegaremos, y así proseguimos.

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