CREENCIA,
VERDAD Y PRUEBA
El
siguiente principio es muy común entre los abogados: “toda persona es inocente,
hasta que no se demuestre su culpabilidad”. Si esto es así, ¿por qué existe la
figura de la prisión preventiva para una persona sospechosa de un delito?:
Cuando una persona es sospechosa se cree que ella es la culpable, pero no nos
consta que en verdad así sea; no existe verdad al respecto y se tienen que
presentar pruebas que confirmen su culpabilidad o su inocencia; este es el
trabajo de abogados, jueces y fiscales. Este ejemplo nos da pie para entender
que “creer en algo” no significa necesariamente estar en la verdad. Muchas
veces nuestras creencias pueden venirse abajo cuando la verdad se hace
presente; por esta razón es necesario que entre la creencia y la verdad, haya
un puente de conexión necesaria: las pruebas. En filosofía no podemos llegar a
certezas absolutas porque no nos basamos en hechos, y, por tanto, nada de lo
que digamos puede corroborarse de inmediato; entonces necesitamos basarnos en
pruebas que avalen nuestras creencias. Sin embargo, la filosofía no es algo
incompleto, hacemos planteamientos que son producto de la especulación
racional, nuestros razonamientos están cuidadosamente elaborados, se guían por
las leyes de la lógica, pero no están apartados de la realidad. Cuando desde la
filosofía volvemos hacia los hechos, estos quedan iluminados; en ellos se
reafirma lo que filosóficamente ha sido planteado como una verdad no
demostrada, pero en la que se cree.
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